Termino el partido empapado en sudor. Hemos remontado un 5-1 al equipo de los hermanos Dalton, un partido que el guarda del campo ha parado cuando estábamos en el mejor momento de juego... una auténtica pena.
Al final hemos quedado 5-5 (aunque si nos hubieran dado 3 minutos más, hubiéramos marcado el sexto), un partidazo... de esos que los italianos odian (su resultado preferido es un 0-0, fuera de eso es un resultado de baloncesto para ellos, doy fe de ello). Nos sacamos las fotos de rigor después de un partido, bebo un poco de agua (que aunque caliente, se agradece) y me subo al coche... aire acondicionado y estoy en la gloria.
Antes de llegar paro en un supermercado (Hiperdino... los mejores precios de Canarias a costa del peor servicio posible), son sólo cuatro cosas que comprar, espero que el trance pase rápido para poder meterme en la ducha y alejar de mí ese intenso olor a sudor que, debido al esfuerzo físico, me acompaña.
Cojo una cesta y las cuatro "cosillas", hay dos colas... la rápida, para personas que, como yo, tienen poco que comprar, y la destinada a esos carros llenos hasta arriba. Veo a varios trabajadores que se dedican a perder el tiempo cerca de las cajas, pero sin abrir las 4 que se encuentran cerradas.
Las colas son bastante largas, pero no es motivo suficiente para abrir alguna caja que descongestione el supermercado. Me pongo en lo que se denomina "caja rápida", pero que no hace mención a su nombre.
Una señora mayor es la primera, un poco de fruta, supuestamente en pocos segundos debería abandonar el supermercado y ser feliz en la calle... pero esa señora es feliz hablando con una cajera que nos mira pensando "yo no salgo hasta dentro de varias horas... así que a esperar toca". Al final la señora recuerda que son las 2 de la tarde y que tiene una casa a donde ir. Los dos siguientes clientes salen rápido (afortunados ellos). Yo cada vez tengo más ganas quitarme esa ropa sudada y meterme en la ducha. La señora de delante me empieza a criticar el servicio dado.
La cajera se toma su tiempo hablando con una compañera, se echan unas risas.
Son las 2 y 10, y ya llevo 30 minutos en el supermercado... 25 minutos de ellos en cola. Me duele una rozada en el pie que la bota me ha producido, y un pisotón anónimo que justo ahora me empieza a molestar.
Son las 2 y 14 minutos, "sólo" hay cuatro personas delante de mí y mataría por algo de beber frío.
Sólo tres... veo la luz al final de cola. Pero mi gozo en un pozo. La señora se entera de que si compra dos yogures le regalan otros dos. La señora no se aparta de la cola, hace que la cajera le empiece a pasar su compra y se dirige a la sección de yogures a por sus yogures de regalo. Lo hace despacio, dirigiéndonos una sonrisa que quiere decir "no les importa, ¿verdad?". La cajera espera por la señora de los yogures.
La señora de los yogures vuelve... pero con dos yogures de otra marca (por cierto de una marca más cara que la de sus yogures de oferta), la cajera le informa que tienen que ser de la misma marca. La señora se va.
Tengo hambre... y una sed mortal.
La señora vuelve con los yogures de la marca correcta, pero de otros sabores. La señora vuelve a buscar los yogures de la misma marca y sabor. Vuelve, pero justamente los yogures elegidos no tienen código de barras. La cajera, tranquilamente, va a buscar yogures con código de barras. La señora ríe tranquilamente... y por que no... sólo está formando una cola enorme y acabando con mis nervios.
Tengo sed, hambre... y ganas de acabar con esa señora que ríe con mis propias manos.
El sudor es pegajoso e incomodo, además tengo la impresión de que todo el supermercado se ha percatado de que no huelo muy bien... necesito una ducha.
Finalmente llega la cajera, hablando tranquilamente con una compañera, que sin prisa, se dispone a abrir otra caja.
La señora de los yogures se va... la señora que me precede en la cola tiene tanta prisa como yo y no se entretiene. Me toca, por fin voy a salir de ese maldito supermercado... pero con un cabreo de mil narices.
Corto y cambio,
Al final hemos quedado 5-5 (aunque si nos hubieran dado 3 minutos más, hubiéramos marcado el sexto), un partidazo... de esos que los italianos odian (su resultado preferido es un 0-0, fuera de eso es un resultado de baloncesto para ellos, doy fe de ello). Nos sacamos las fotos de rigor después de un partido, bebo un poco de agua (que aunque caliente, se agradece) y me subo al coche... aire acondicionado y estoy en la gloria.
Antes de llegar paro en un supermercado (Hiperdino... los mejores precios de Canarias a costa del peor servicio posible), son sólo cuatro cosas que comprar, espero que el trance pase rápido para poder meterme en la ducha y alejar de mí ese intenso olor a sudor que, debido al esfuerzo físico, me acompaña.
Cojo una cesta y las cuatro "cosillas", hay dos colas... la rápida, para personas que, como yo, tienen poco que comprar, y la destinada a esos carros llenos hasta arriba. Veo a varios trabajadores que se dedican a perder el tiempo cerca de las cajas, pero sin abrir las 4 que se encuentran cerradas.
Las colas son bastante largas, pero no es motivo suficiente para abrir alguna caja que descongestione el supermercado. Me pongo en lo que se denomina "caja rápida", pero que no hace mención a su nombre.
Una señora mayor es la primera, un poco de fruta, supuestamente en pocos segundos debería abandonar el supermercado y ser feliz en la calle... pero esa señora es feliz hablando con una cajera que nos mira pensando "yo no salgo hasta dentro de varias horas... así que a esperar toca". Al final la señora recuerda que son las 2 de la tarde y que tiene una casa a donde ir. Los dos siguientes clientes salen rápido (afortunados ellos). Yo cada vez tengo más ganas quitarme esa ropa sudada y meterme en la ducha. La señora de delante me empieza a criticar el servicio dado.
La cajera se toma su tiempo hablando con una compañera, se echan unas risas.
Son las 2 y 10, y ya llevo 30 minutos en el supermercado... 25 minutos de ellos en cola. Me duele una rozada en el pie que la bota me ha producido, y un pisotón anónimo que justo ahora me empieza a molestar.
Son las 2 y 14 minutos, "sólo" hay cuatro personas delante de mí y mataría por algo de beber frío.
Sólo tres... veo la luz al final de cola. Pero mi gozo en un pozo. La señora se entera de que si compra dos yogures le regalan otros dos. La señora no se aparta de la cola, hace que la cajera le empiece a pasar su compra y se dirige a la sección de yogures a por sus yogures de regalo. Lo hace despacio, dirigiéndonos una sonrisa que quiere decir "no les importa, ¿verdad?". La cajera espera por la señora de los yogures.
La señora de los yogures vuelve... pero con dos yogures de otra marca (por cierto de una marca más cara que la de sus yogures de oferta), la cajera le informa que tienen que ser de la misma marca. La señora se va.
Tengo hambre... y una sed mortal.
La señora vuelve con los yogures de la marca correcta, pero de otros sabores. La señora vuelve a buscar los yogures de la misma marca y sabor. Vuelve, pero justamente los yogures elegidos no tienen código de barras. La cajera, tranquilamente, va a buscar yogures con código de barras. La señora ríe tranquilamente... y por que no... sólo está formando una cola enorme y acabando con mis nervios.
Tengo sed, hambre... y ganas de acabar con esa señora que ríe con mis propias manos.
El sudor es pegajoso e incomodo, además tengo la impresión de que todo el supermercado se ha percatado de que no huelo muy bien... necesito una ducha.
Finalmente llega la cajera, hablando tranquilamente con una compañera, que sin prisa, se dispone a abrir otra caja.
La señora de los yogures se va... la señora que me precede en la cola tiene tanta prisa como yo y no se entretiene. Me toca, por fin voy a salir de ese maldito supermercado... pero con un cabreo de mil narices.
Corto y cambio,
2 Apuntes:
Menuda Odisea que te has pegado! Chapeau ! Otro día te contaré la mía,sin viejas con yogures, pero con andares de sufrimiento. Hasta otra y que te sea leve la próxima visita!:)
Ni tu te krees ke ubieran markado el sexto , 10 minutos mas y les markamos 2 mas nosotros
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