Micro relato 9

27 septiembre 2009

Cuando las últimas luces de la tarde se terminaron de colar por su ventana y la suave brisa veraniega llevó hasta su nariz las dulces fragancias del mar cercano, él cerró su ejemplar de "El Conde de Montecristo", se levantó de la cama y depositó el libro en su lugar de la estantería. Luego aspiró fuertemente, llenándose los pulmones con el aire lleno de salitre y observó complacido aquel cuarto. Por fin todo estaba a su gusto, por fin se sentía en casa.

Lástima que al día siguiente le dieran la libertad condicional.

Corto y cambio,