De banderas

02 abril 2006

Se habla mucho últimamente de la corrupción que hay en el mundo de la política, Canarias y Marbellas parecen liderar las crónicas políticas de los periódicos de las últimas semanas.

En Canarias hay que destacar que en todos los casos de corrupción hay un nexo en común, el PP. Cada caso de corrupción que salta tiene involucrado, directa o indirectamente, a algún cargo del Partido Popular.

Todos sabemos que es la corrupción, por eso hoy no voy a hablar de ?esa? corrupción, voy a hablar de la ?otra?.

La otra corrupción no sale tanto en los periódicos, no se cobra precios políticos y la gente tiende a olvidarla, pero existe y es casi tan grave como la ?corrupción común?. La otra corrupción también se da en Canarias y, como no, tiene de protagonista al PP.

La ?otra? corrupción es aquella que suelen hacer los políticos para su autobombo, medidas inútiles para la sociedad pero efectivas para salir en portada de algún periódico besando a un niño. Ese tipo de actuaciones suelen aflorar el año anterior de las elecciones. El último ejemplo es la medida que el PP gran canario acaba de aprobar en el Cabildo Insular, la colocación de una bandera gigante que cuesta 360.000 euros (60 millones de las antiguas pesetas). ¿Qué para que servirá? Sinceramente no lo sé, quizás para no perderse en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, ya que será tan grande que se verá desde toda la ciudad y podrá de servir de referencia por si nos perdemos.

Pero esta medida no palia los problemas urgentes que existen en nuestra isla, y que son muchos. Seguimos teniendo pocos espacios culturales y socio-sanitarios, el transporte interurbano deja mucho que desear, hay pocas becas, etc. Una lista tan grande que no pararía de enumerar problemas en todo el día. Una pena.

Y lo más grave del caso es que este mismo Cabildo Insular, el que se ha gastado 360.000 euros en una bandera, redujo, hace 4 meses, el presupuesto para la atención socio-sanitaria en un 11% y niega ayudas a la cooperación internacional al desarrollo.

Destinar dinero a cosas inútiles en vez de satisfacer las necesidades sociales también es corrupción y el castigo no lo deben dar los tribunales, sino nosotros dentro de un año cuando nos toque votar.

Corto y cambio,