Me despedía en mi último post comentando que me gustaría ser francés porque ser joven allí significa no ser conformista, que luchas por lo que crees y que mantienes unos ideales revolucionarios.
Hoy me gustaría contarles una historia que pude observar el otro día y que ha aumentado mi espíritu gabacho.
Resulta que iba caminando por la calle cuando vi a una madre y a su hijo de aproximadamente 5 años. El niño iba comiendo una bolsa de gusanitos y, bien porque la había acabado o bien porque no tenía más hambre, se la dio a su madre. Su madre, una señora ?bien?, ni corta ni perezosa arrugó la bolsa y la tiró al suelo. Ese es el civismo que le enseña a su hijo.
Pero no acaba aquí esta historia. Ese mismo día me encontré a otra madre y a su hijo, este más pequeño que el anterior. El niño iba en un carrito comiendo un corneto y tiró el papel del corneto. La madre paró y en francés, mientras le desabrochaba el cinturón del carrito, le dijo algo. Enseguida el niño se levanto, se dirigió al papel, lo cogió y se dirigió a una papelera cercana (la única que hay en la calle donde vivo L ), donde su madre la aupó y pudo tirarlo en su lugar correspondiente. Este es el civismo que esa madre francesa inculca a su hijo.
Si en Francia todos los padres educan así a sus hijos. . . yo quiero ser Francés.
Corto y cambio,
PD. Por problemas con el ordenador y por la falta de tiempo, no puedo postear a diario. De todas formas intentaré actualizar este blog lo más posible.
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